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El deseo: motor complejo y esencial de la experiencia humana

El deseo, lejos de ser un simple impulso, constituye una fuerza estructurante de la subjetividad. Desde el psicoanálisis, abordamos su origen, sus múltiples manifestaciones y su papel en la construcción de vínculos, elecciones y recorridos vitales.

¿Qué nos mueve? ¿Qué sostiene nuestras decisiones más importantes, nuestras búsquedas, incluso nuestros síntomas? En la teoría psicoanalítica, es el deseo—esa fuerza inasible, persistente y enigmática—la que estructura el sujeto. No como algo que se satisface y desaparece, sino como una tensión que orienta, que marca un trayecto.

A diferencia de la necesidad, que puede satisfacerse, el deseo no encuentra cierre definitivo. Se reconfigura, se desplaza, se expresa de manera velada. Como planteó Lacan, “el deseo es la esencia del hombre”. Freud, por su parte, ya lo había situado como núcleo del conflicto psíquico, en tensión constante con las exigencias del mundo externo y las normas del Superyó.

Deseo, síntoma y subjetividad

El deseo no siempre se presenta de forma clara. A menudo se manifiesta como síntoma, como repetición, como inhibición. Una elección de pareja, una vocación, un fracaso recurrente, pueden ser formas de expresión de un deseo no del todo consciente.

En el campo clínico, lo importante no es dirigir al paciente hacia un ideal externo, sino acompañarlo en el descubrimiento de su propio deseo, aquel que ha sido tal vez silenciado, desplazado o malinterpretado durante años. Este trabajo de despliegue subjetivo es una de las claves del proceso terapéutico.

Por ello, formarse como psicoterapeuta o psicoanalista implica también un recorrido personal, un encuentro con lo propio. Escuchar el deseo del otro exige haber comenzado a escuchar el propio.

Deseo y vínculo: el otro como espejo y enigma

El deseo no se genera en el vacío. Desde el comienzo de la vida, se configura en relación con el deseo del Otro: primero los padres, luego las figuras sociales. ¿Qué quiere de mí el otro? ¿Qué se espera que sea? En este entramado se teje la identidad y también las formas de amar, de hablar, de elegir.

En los vínculos amorosos, por ejemplo, el deseo puede generar cercanía, pero también malentendidos. Confundir deseo con necesidad, o con exigencia, puede derivar en relaciones de dependencia o frustración.

En un mundo donde la oferta de satisfacción es constante, muchas veces se pierde la posibilidad de habitar el deseo con profundidad, de tolerar su falta, su demora, su enigma. Por eso, el trabajo clínico no apunta a borrar el deseo, sino a sostenerlo, a permitir que se diga en su singularidad.

Una formación que respeta el deseo

En la Facultad Internacional de Psicología y Psicoanálisis Lalangue, entendemos que el deseo de acompañar a otros en su sufrimiento nace también de una historia personal. Por eso ofrecemos una formación en psicoterapia online, completamente en español, accesible desde cualquier país, con el respaldo de la EFPP Francia y una comunidad activa de más de 7.000 estudiantes.

Además de una sólida base teórica, brindamos pasantías rentadas con supervisión clínica, espacios de reflexión compartida y becas de hasta el 60% para quienes inician este recorrido vocacional.

Formarse es también responder al propio deseo

Elegir un camino profesional vinculado a lo humano no es una decisión técnica. Implica escucha, implicación, compromiso. Quien decide estudiar psicoanálisis o psicoterapia suele hacerlo porque algo en su interior lo impulsa a comprender más allá de lo evidente, a acompañar con sentido.📘 Puedes conocer más sobre nuestras formaciones en www.facultadlalangue.online. Tal vez sea tiempo de poner en palabras ese deseo que insiste.